domingo, 31 de mayo de 2009

Evangelio del Domingo de Pentecostes

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23



Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»


Palabra del Señor.

lunes, 25 de mayo de 2009

Monseñor Juan del Río Martín se despidió ayer de la que ha sido su diócesis durante nueve años en una misa solemne que llenó la Catedral a trece días



De antemano se decía que quería una misa sencilla pero al final, la última celebración eucarística de monseñor Del Río en la que hasta el seis de junio sigue siendo su Catedral fue solemne y muy participada. Fue el adiós de quien ha estado nueve años la frente de Asidonia Jerez y lo hizo ante más de un millar de personas que llenaron el primer templo donde se dispusieron unas 800 sillas supletorias a los asientos habituales. Y las representaciones institucionales no fueron menos: la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, y los alcaldes de Rota, Lorenzo Sánchez, de Arcos, Josefa Caro y El Puerto, Enrique Moresco; parte del gobierno municipal, concejales del Ayuntamiento, el comisario del Cuerpo Nacional de Policía, Andrés Garrido, organismos y organizaciones diocesanas. En definitiva toda la diócesis y Jerez en gran parte reunida en una misa emotiva en la que no faltó el ingrediente musical para darle mayor solemnidad a cargo de la orquesta y coro de la Catedral que, dirigida por Ángel Hortas, ofreció una misa de Franz Joseph Haydn, precisamente en el segundo centenario de su fallecimiento que se conmemora en este 2009. No fue menos el acompañamiento presbiterial a don Juan, que concelebró junto al obispo de Cádiz, monseñor Antonio Ceballos Atienza, y unos 60 sacerdotes diocesanos, de órdenes religiosas y algunos venidos de otras poblaciones como Sevilla. No faltó a esta cita su familia que una vez más estuvo presente, al igual que en otros momentos importantes que ha vivido Del Río.

Con una entrada en procesión, con música de Haendel, comenzó la misa cuya homilía era lo más esperado para oír lo que quería decir el arzobispo en su adiós. Recordó sus primera palabras recién nombrado obispo de Jerez hace nueve años: "Soy Juan, vuestro hermano en la fe y vuestro pastor". Así, confesó sus principios al servicio de la Iglesia local diciendo que "desde el inicio, y a lo largo de mi ministerio episcopal, sólo me he aferrado a la confianza en Jesucristo, mi Salvador y Señor, que todo lo puede y que nunca nos abandona. Estaba seguro de que la ilusión del comienzo, gastarme y desgastarme por el Evangelio y ser obispo de todos, con todos y para todos, no se apagaría con las dificultades del gobierno pastoral". Fue una homilía entrañable que aprovechó para agradecer la colaboración recibida y el trabajo de todos porque "habéis formado parte de mi vida, nunca me he visto solo, he sentido la fuerza de vuestras oraciones y el cariño que siempre me habéis dispensado. Puedo deciros que Jerez será como un tatuaje en mi corazón". También dejó últimos deseos para la diócesis: "enamoraos apasionadamente de Cristo y de su Iglesia, comunicadlo con alegría a todos, y estad siempre seguros que lo mejor que podemos hacer por esta sociedad de la increencia y de la desesperanza es dar la vida por Jesucristo y su Evangelio". Pidió fidelidad al Papa y al obispo, evocando haber servido a la diócesis "con entrega y gozo espiritual no exento de algún sufrimiento". En el mismo tono cercano y sincero dijo que "si en algunas ocasiones no lo he logrado, por debilidades o pecados propios, pido humildemente perdón a aquellas personas que haya podido escandalizar, defraudar u ofender". En referencia a lo hecho en este tiempo, especialmente las obras, "las que permanecen no son las piedras ni los edificios o instituciones creadas o potenciadas; sois todos y cada uno de vosotros, que habéis escrito 'la gran carta de Cristo' en la vida de este obispo". Recordó las iniciativas promovidas en los campos pastorales, espirituales y apostólicos, subrayando que "dejo una Iglesia joven, con raíces cristianas muy antiguas, que, sin complejos ante las modas sociales, mira al futuro con esperanza".

Recordando los monasterios de clausura, a los sacerdotes y diáconos, a los matrimonios y familias cristianas, a los educadores cristianos y profesores de religión, aseguró que Asidonia Jerez "es una Iglesia que sabe que en su seno hay mucha vida de santidad". Así, se refirió a los voluntarios de Cáritas, Manos Unidas y otras instancias y a las hermandades y cofradías que las llamó "pabilo de fe vacilante de la fe cristiana en medio de una sociedad secularizada". No faltó su recuerdo al Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense o el Instituto Teológico San Juan de Ávila ambas creaciones formativas de su episcopado. Tampoco olvidó su gobierno de la diócesis y por ello tuvo palabras de gratitud para vicarios, delegados diocesanos y todo el personal de la Curia.

En su última homilía como prelado jerezano agradeció la presencia y el apoyo de las instituciones públicas, "desde el respeto y la independencia de las instituciones, la Iglesia de Asidonia Jerez ha colaborado con ayuntamientos y colectivos sociales en favor del bien común de nuestro pueblo". Una vez más y no podía faltar en su despedida, habló de los periodistas a los que siempre ha tenido entre sus prioridades como obispo, agradeciendo "la estima y ayuda que me habéis prestado". Del mismo modo mostró también su gratitud "a todos los benefactores de esta comunidad diocesana que, con su generosidad, han hecho posible muchas de las realidades pastorales".

Terminó invocando "la intercesión de los patronos de la Diócesis para que nos hagan la merced de crecer cada día más en la fe de Jesucristo, de caminar en esperanza y de ser reconocidos por la caridad hacia los más pobres y desvalidos, como lo hizo el santo samaritano de Jerez".

Evangelio del Domingo VII de Pascua

Subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios
Conclusión del santo evangelio según san Marcos 16,15-20


En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: - «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


Palabra del Señor.

viernes, 15 de mayo de 2009

Evangelio del Domingo VI de Pascua

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os Ramo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»


Palabra del Señor.

lunes, 11 de mayo de 2009

Evangelio del Domingo V de Pascua

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

Palabra del Señor

sábado, 2 de mayo de 2009

Evangelio del Domingo IV de Pascua

El Buen pastor da la vida a las ovejas
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 10,11-18


En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.